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Marie Curie

"Nada en la vida debe ser temido, solo debe ser comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para temer menos."

Premio Nobel de Física 1903 – Química 1911​

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MI HISTORIA

Nací el 7 de noviembre de 1867 en Varsovia, Polonia, en una época en la que el acceso a la educación para las mujeres era limitado. Desde pequeña, sentí una profunda pasión por el aprendizaje, impulsada por mi padre, quien era profesor. Sin embargo, las restricciones impuestas a las mujeres en mi país me obligaron a buscar oportunidades fuera de sus fronteras.

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En 1891, con gran determinación, viajé a París para estudiar en la Sorbona. Allí, enfrenté dificultades económicas y académicas, pero mi amor por la ciencia me impulsó a continuar. Me especialicé en física y matemáticas, siendo una de las pocas mujeres en mi campo. Fue en París donde conocí a Pierre Curie, un hombre cuya pasión por la investigación igualaba la mía. Nos casamos en 1895 y, juntos, nos sumergimos en el fascinante estudio de la radiactividad.

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Mi mayor hallazgo llegó cuando descubrí dos nuevos elementos: el polonio, al que nombré en honor a mi tierra natal, y el radio. Estos descubrimientos revolucionaron la ciencia y abrieron nuevas puertas en el tratamiento médico. En 1903, Pierre y yo recibimos el Premio Nobel de Física, convirtiéndome en la primera mujer en recibir este honor. Años después, en 1911, obtuve mi segundo Premio Nobel, esta vez en Química, por mis investigaciones sobre el radio y sus compuestos, siendo la única persona en la historia en ganar dos Nobel en distintas disciplinas científicas.

A pesar de los logros, mi camino no estuvo exento de dificultades. Tras la trágica muerte de Pierre en 1906, continué con nuestra labor científica mientras enfrentaba críticas y prejuicios por ser una mujer en un campo dominado por hombres. Sin embargo, nunca me desvié de mi propósito: la ciencia debía servir a la humanidad. Durante la Primera Guerra Mundial, desarrollé unidades móviles de rayos X para ayudar a los heridos en el frente de batalla, salvando incontables vidas.

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Mi vida estuvo marcada por la pasión por el conocimiento y el compromiso con la investigación. Aunque la exposición prolongada a la radiación afectó mi salud, nunca me arrepentí del camino que elegí. Mi legado no reside solo en los descubrimientos que hice, sino en haber demostrado que la perseverancia y la curiosidad pueden superar cualquier barrera.

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